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Casi un millón de firmas contra la ley Duplomb: una oleada ciudadana saludable

Casi un millón de firmas contra la ley Duplomb: una oleada ciudadana saludable
Además de ser una iniciativa fuerte, el texto que dice no al acetamiprid fuerza el debate sobre las contradicciones de nuestros modelos económicos y agrícolas.
Manifestación ambiental en Los Inválidos el 8 de julio. (Xose Bouzas/Hans Lucas)

Sin precedentes. Desde 2019, con la introducción en el reglamento de la Asamblea Nacional de una plataforma que permite acoger peticiones ciudadanas tras haber recogido más de 100.000 firmas, nunca se había alcanzado el umbral de 500.000 peticionarios, que abre la posibilidad de un debate parlamentario. Y menos de una semana después de la aprobación de la llamada ley Duplomb, destinada a "eliminar las restricciones a la práctica agrícola", el contador seguía avanzando a un ritmo frenético. El millón de personas que se unieron para decir no al acetamiprid debía ser alcanzado rápidamente.

En pleno verano, esta movilización ciudadana contra este pesticida, cuyo uso ha sido reautorizado por ley a pesar de sus graves impactos en la biodiversidad y sus posibles peligros para la salud humana, es una buena noticia. Contradice drásticamente la sensación de desapego y desinterés ciudadano por la política. Existe una nueva herramienta democrática participativa, y la ciudadanía la está aprovechando: ¡aplausos! Solo quienes prefieren ignorar la gangrena del declive democrático se quejarán. Recordemos de paso que la ley Duplomb se aprobó sin debate real, tras la votación de una moción de rechazo por parte de los partidarios del texto. Una sutileza parlamentaria que, así, retorna a la figura de la (relativa) mayoría macronista con esta moción de rechazo de otro tipo: la petición.

Hay otra razón para celebrar esta movilización ciudadana: pone sobre la mesa, y de qué manera, los complejos debates relacionados con la transición ecológica, que la ley Duplomb prefirió ocultar. El texto del senador de LR es un ejemplo caricaturesco de «Adelante, no hay nada que ver ni cambiar en nuestro modelo agrícola». Los grupos de presión económicos, en particular los agroalimentarios, creyeron que podían seguir ejerciendo su influencia «como siempre». Fracasaron. Y la oposición a la que se enfrentan no es solo activista, política, sindical o asociativa. Científicos, abogados, profesores y estudiantes se están involucrando. De hecho, esta petición establece la idea de que es posible una reacción contra la reacción ecológica. Es beneficiosa en el sentido de que impulsa el debate, una confrontación con las contradicciones de nuestros modelos económicos y agrícolas. Y el argumento a favor de la ley Duplomb, basado en la distorsión de la competencia con ciertos países europeos que penaliza a los agricultores franceses, si bien no puede descartarse de plano, no puede utilizarse como garrote para descalificar a todos los demás.

Libération

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