Cincuenta años después de su creación, el Conservatorio del Litoral se encuentra en plena crisis.

Hace cincuenta años, preocupados por la urbanización y privatización de nuestras costas, mentes visionarias crearon el Conservatorio del Litoral para lograr un objetivo ambicioso: salvaguardar el "tercio costero natural" . Una misión de servicio público que se resume en tres verbos: "proteger, valorizar, compartir" . Un modelo de acción basado desde el principio en una sólida e inquebrantable colaboración con las autoridades locales. Dos principios clave, la adquisición de tierras y la inalienabilidad de los sitios, inscriben su acción a largo plazo. Una cultura de diálogo y el deseo de involucrar a los actores locales, abrir los sitios a los visitantes y acoger, siempre que sea posible, actividades económicas o de ocio, respetando el equilibrio ecológico, la integridad de los sitios naturales y los bienes culturales asociados.
Hoy en día, se registran 80 millones de visitas anuales a los 840 sitios del Conservatorio del Litoral, que ofrece a los visitantes este bien común y sus servicios, incluyendo acceso gratuito a litorales excepcionales. Todo esto gracias a 340 organizaciones que gestionan estos sitios y emplean a más de 900 guardacostas. En Francia y en ultramar, el 19 % de las costas de mares, océanos y grandes lagos están inalienablemente protegidas.
Elogiado por la opinión pública, el trabajo del Conservatorio del Costero es mirado con envidia por muchos países que viven una fuerte presión sobre sus costas sin disponer de herramientas de gestión del territorio público ni de capacidad de diálogo a nivel territorial para organizar la acción colectiva.
Un espacio en movimientoCon el apoyo de su consejo científico, el Conservatorio ha anticipado desde hace tiempo los grandes desafíos que enfrentan las costas, entre la artificialización desenfrenada, la sobrepoblación y el embate de la crisis climática. ¿Cómo podemos gestionar un litoral del cual casi la mitad ya está erosionado, un litoral que ya no es una línea en el mapa, sino un espacio cambiante enmarcado en una matriz cada vez más urbanizada?
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Le Monde