Detrás de los 100 años de la denominación Roquefort, el estrangulamiento de la agroindustria y la erosión de las ventas

Es una gran meseta y, justo debajo, se encuentra un queso legendario. En las cavidades naturales del suelo kárstico de Larzac, entre Aveyron, Lozère y Hérault, el Roquefort se ha madurado durante siglos. Se elabora con leche 100 % cruda de oveja, recolectada en un radio de 100 kilómetros. Cuenta la leyenda que un pastor, tras olvidar su pan y queso en una cueva, regresó unos días después y descubrió este moho azul verdoso en el pan que había colonizado la cuajada.

Aunque su existencia se remonta a la Antigüedad, el Roquefort celebra este año su centenario, el primero en Francia para un queso. La ley que creó la denominación de origen data del 26 de julio de 1925, pero será el 7 y 8 de junio, durante el fin de semana de Pentecostés, cuando el pueblo de Roquefort-sur-Soulzon (Aveyron) celebrará el evento con, entre otras cosas, un desfile de ovejas, creaciones culinarias de chefs con estrellas Michelin y un espectáculo de drones.

Un centenario singular para esta joya de la quesería . Contrariamente a su imagen asociada a las tradiciones pastoriles y la excelencia gastronómica francesa, el Roquefort está hoy en manos de tres grupos industriales franceses —Lactalis, Savencia y Sodiaal— que controlan más del 95 % de la producción de esta preciada pasta. Y esto en un momento en que la denominación más antigua atraviesa una crisis progresiva de consumo. Según las últimas cifras de la Confédération Générale du Roquefort, las siete queserías productoras (incluidas seis con procesos de fabricación industrial) vendieron 14 400 toneladas en 2023, frente a las 16 000 de 2020 y las 18 000 de 2007.

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