Tomates marroquíes, gambas malgaches... El modelo importador-exportador francés perjudica también a la agricultura de los países del Sur.

“Necesitamos producir más para seguir siendo una potencia exportadora y jugar en las grandes ligas”. Estas declaraciones, realizadas por la ministra de Agricultura, Annie Genevard, en el congreso de la Federación Nacional de Sindicatos Campesinos el 27 de marzo, ilustran la ambiciosa visión gubernamental de soberanía alimentaria, basada en la búsqueda de la competitividad y la conquista del mercado. La organización internacional de solidaridad CCFD-Terre Solidaire, por su parte, aboga por una visión de intercambios recíprocos. El jueves 26 de junio publicó la primera edición de su "Observatorio de la Soberanía Alimentaria", un análisis detallado basado en datos aduaneros del comercio agrícola entre Francia y los países en desarrollo. Para la asociación, son estos últimos quienes pagan las consecuencias del modelo francés.
«El concepto de soberanía alimentaria se está utilizando para promover una orientación agrícola orientada a la exportación », subraya Lorine Azoulai, responsable de incidencia política del CCFD-Terre solidaire. «Sin embargo, queremos demostrar que ciertas herramientas pueden, por el contrario, promover nuestra soberanía alimentaria y la de los países del Sur, que son los más dependientes de las importaciones para obtener alimentos».
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Le Monde