En los Pirineos Orientales, limitar el riesgo de incendio, un método probado pero con un futuro incierto

A unos 700 metros sobre el pequeño pueblo de Montbolo, en el macizo de Aspres, las vacas de Eloi Bellier trabajan arduamente. Al alimentarse de retamas, fresnos jóvenes y zarzas de esta ladera, limpian el suelo y limitan la vegetación que podría arder... «Aquí, el enemigo es el fuego. Hay que estar muy atento para evitar que el macizo extremadamente seco se incendie», explica el ganadero de los Pirineos Orientales. Automáticamente, sus ojos escudriñan los bosques que se extienden hasta donde alcanza la vista: «En septiembre de 2024, cuando comenzó el incendio cerca de Castelnou, pudimos ver las llamas desde aquí».

Si bien la región de Aude sufrió a principios de agosto un dramático incendio que afectó a 16.000 hectáreas, el departamento de los Pirineos se salva por el momento, aunque el fuego permanece aquí como una espada de Damocles desde finales de la primavera.

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Eloi Bellier, ingeniero agrónomo de 30 años, se hizo cargo de una granja que llevaba varias décadas en barbecho en el corazón de la región de Aspres hace tres años para producir carne con veinte Massanaises, una raza local. "Durante mis dos primeros inviernos, despejé un camino para acceder a mi terreno y desbrocé mecánicamente 20 hectáreas para que mis vacas pudieran salir al aire libre. Tuve que talar fresnos y robles para que los animales pudieran acceder a mi terreno " , explica el ganadero.

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