Ley Duplomb: una movilización ciudadana de una escala sin precedentes

En diez días, una petición lanzada por un estudiante que afirma no pertenecer a ningún partido ha conseguido más de 1,5 millones de apoyos en la página web de la Asamblea Nacional. Este récord es impactante: nunca antes una iniciativa ciudadana de este tipo había superado la barrera de las 500.000 firmas. El impulso es tal que nadie sabe dónde se detendrá el contador. El texto exige la "derogación inmediata" de la ley Duplomb, que, finalmente aprobada el 8 de julio, ratifica una serie de retrocesos ambientales como la aceleración de proyectos de almacenamiento de agua, la facilitación de la ganadería intensiva y, sobre todo, la reintroducción de pesticidas, incluido el acetamiprid, un neonicotinoide prohibido en Francia desde 2018, pero aún autorizado en Europa hasta 2033. Los productores de remolacha y avellana obtuvieron, mediante cabildeo, autorización para reutilizarlo, explicando que era la única manera de evitar su ruina ante la competencia de sus vecinos.
La magnitud sin precedentes de la movilización ciudadana sobre cuestiones ambientales, a través de la ya famosa petición, ha sorprendido a todos. A diferencia de las elecciones europeas de 2024, que en Francia y muchos otros países de la Unión Europea han presenciado una disminución del apoyo a los partidos ecologistas y un auge de la extrema derecha, esta demuestra no solo una verdadera toma de conciencia, sino también el deseo de marcar la diferencia cuando la salud está en juego.
Se acusa al acetamiprid de dañar a los insectos polinizadores, acumularse en el suelo y las aguas subterráneas, y representar riesgos para la salud humana. Los numerosos firmantes se identificaron fácilmente con los términos de la petición, que denuncia una "aberración científica, ética, ambiental y sanitaria". Pero también es indudable la influencia de la FNSEA (Federación Nacional de Alimentación, Agricultura y Desarrollo Rural), firmemente comprometida con la agricultura intensiva. Antes de ser senador (Les Républicains, LR), Laurent Duplomb, autor del proyecto de ley, fue presidente de la Cámara de Agricultura de Haute-Loire.
Democráticamente hablando, el éxito de esta iniciativa ciudadana no es neutral . Su primer efecto es recordar al Parlamento sus recientes deficiencias. Al superar la marca de 500.000 firmas, los solicitantes obtuvieron la posibilidad de organizar un debate en sesión pública sobre la ley aprobada al inicio del año escolar, algo que los diputados, demasiado divididos, no pudieron hacer a finales de mayo, durante el examen del texto. La maniobra del ponente, Julien Dive (LR), consistente en hacer votar una moción de rechazo para frustrar el riesgo de obstrucción por parte de la izquierda, tuvo el efecto de enviar el debate a puerta cerrada por una comisión mixta compuesta por siete diputados y siete senadores. Si bien todo era legal, nada resultó satisfactorio. En vista de los problemas planteados por el texto, era imperativo que los pros y los contras se expresaran abiertamente.
El segundo efecto de la petición es generar tensión en toda la representación política. Aprovechando el impulso ya existente, la izquierda promete derogar la ley Duplomb. Pero, además de tener que esperar la decisión del Consejo Constitucional, a la que ya se ha referido, su margen de maniobra es menor que el del presidente de la República. Este último puede solicitar una nueva deliberación del texto, o incluso abstenerse de promulgarla si las protestas se generalizan. El objetivo de la petición, sin duda, no era el regreso de Emmanuel Macron al poder, pero la lógica implacable de la Quinta República nos lleva a ello.
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