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Macizo Central ourensano y Pena Trevinca, paraísos de montaña que optaron a parque natural reducidos a cenizas

Macizo Central ourensano y Pena Trevinca, paraísos de montaña que optaron a parque natural reducidos a cenizas

Ana Tuñas Matilla

El Macizo Central ourensano y Pena Trevinca, paraísos de montaña que en su día la Xunta quiso convertir en parque natural para ponerlos en valor y que en su práctica totalidad forma parte de la Red Natura 2000 de la UE, han quedado reducidos a cenizas, sobre todo en sus cotas altas, a causa de un fuego que los ha devorado aprovechando su abandono y que obliga a buscar alternativas para asegurar su futuro.

Conformado por las sierras de San Mamede y Queixa, en cuyo interior se encuentra el parque natural de O Invernadeiro (al que también afectaron las llamas) y la Estación de esquí de Manzaneda, el Macizo suma cerca de 46.000 hectáreas de monte, pastos y bosques, históricamente libres de industria y escasamente pobladas, y en las que cada vez hay menos habitantes.

Entre las joyas que esconde en su interior: perdiz pardilla, desmán ibérico, águila real, aguilucho cenizo, aguilucho pálido y lobo, además de corzo, ciervo, jabalí, zorro, tejón, garduña, marta, comadreja, gineta…

En flora, destacan las formaciones de brezos, toxos y otros matorrales que se desarrollan en las laderas de las montañas. En las cotas más bajas, bosques de roble, castaño, acebo, tejo, aliso o fresno; y en las riberas de los ríos, abedules, salgueiros…

Val de Berganzo, en el Macizo Central ourensano, antes de los incendios que calcinaron la zona por completo @Ibis Natureza e Imaxe
Una alternativa económica de futuro

Durante el gobierno del socialista Emilio Pérez Touriño (2005 a 2009, en coalición con BNG) y para poner en valor su riqueza ambiental y dar una alternativa económica a la población vía turismo de naturaleza, la Xunta inició la declaración como parque natural del Macizo Central y la adyacente Pena Trevinca, iniciativa a la que los sucesivos ejecutivos del PP no han dado continuidad.

«Teníamos dos grandes proyectos para aumentar la red de espacios protegidos de Galicia (actualmente tiene seis) con la declaración de los parques naturales del Macizo Central y Pena Trevinca, que ya eran Red Natura y a los que me parecía interesante poner en valor y poder destinar fondos para su protección, conservación y mejora», ha dicho a EFEverde el entonces director general de Conservación de la Naturaleza, Xosé Benito Reza.

Se trata de zonas sometidas a un abandono terrible y «veía declararlos parque natural como un oportunidad para darles una salida económica con el compromiso de la administración autonómica de volcarse con esos territorios».

O Acebral, foco origen del fuego de Chandrexa de Queixa, el segundo mayor de la historia de Galicia @Pedro Alonso Iglesias
Sólo se oye el viento

El Macizo está compuesto de «enormes espacios abiertos» en los que solo «palpas naturaleza» y sólo oyes el sonido del viento en la vegetación y de animales, ha destacado Reza. Pena Trevinca destaca por la ausencia de huella de la acción del hombre y su riqueza en avifauna.

Si la Xunta hubiera mirado de verdad por esos territorios y buscado una alternativa económica para ellos, seguramente, los incendios de este verano no habrían sido tan devastadores, ha aseverado tras denunciar que Ourense es la provincia «olvidada» de la Comunidad.

«Sólo el 10 % de la provincia está considerada superficie agraria útil, el 90 % ya no lo es. De toda la leche que produce Galicia, solo aporta un 1 %; de la carne, el 8 %; de la madera, el 5 %; el 42 % de las viviendas están abandonadas», ha explicado para exponer el actual abandono de la región, en la que apenas hay oportunidades económicas para una población cada vez menos numerosa y más envejecida.

En los 70, en el Macizo había cerca de 25.000 cabezas de cabras y ovejas; salían en rebaño con los pastores y lo mismo las vacas. «De aquellas, el territorio tenía uso y no ardía (…) pero aquel mundo sucumbió y va a ser difícil llegar a algo parecido».

Foto aérea de los montes de Trevinca de @Pedro Armestre con puntos identificados por @Terras Altas Trevinca
Las cumbres de Galicia, barridas por el fuego

En el caso del Macizo Central, se estima que el fuego ha arrasado este verano unas 25.000 hectáreas (según datos satelitales), más de la mitad de la superficie de especial conservación que alberga y mucha de ella en las partes más elevadas, avivado por unas temperaturas históricas, la sequedad del terreno y el viento.

«Ardió desde los dos extremos, desde el alto del Rodicio hasta el río Conso, que están a 35 kilómetros de distancia, es una barbaridad, nunca en la vida habíamos tenido unos incendios de semejante calibre. Se juntaron cuatro fuegos, algo que antes tampoco pasaba porque éramos capaces de controlarlos antes», ha subrayado quien también colaboró en la extinción de incendios durante muchos años.

Han muerto «miles y miles» de seres vivos, desde los que componen la biota del suelo, a flores, matorrales, árboles, insectos, reptiles, mamíferos, etc. Eso tardará muchos años en recuperarse, según Reza, que ha subrayado que los bomberos forestales tuvieron que dejar arder el monte porque había que defender las aldeas, algo que antes tampoco pasaba.

«No podemos quedarnos de brazos cruzados, hay que hacer algo», ha defendido. A su juicio, para afrontar futuras crisis es necesario hacer un buen manejo del territorio que ayude a frenar el fuego (paisajes en mosaico, apoyo a ganaderos para que haya más pastoreo, explotación sostenible de los bosques, etc.).

Esto vale también para zonas próximas al Macizo, como la que que se han vistos afectadas por el fuego de Larouco, el más grande registrado nunca en Galicia, con unas 32.000 hectáreas afectadas.

Los montes de Pena Trevinca (entre Ourense y Zamora), el techo de Galicia con cumbres de más de 2.000 metros de altitud, espacio protegido Natura 2000, sin apenas huella humana, ocupan unas 25.000 hectárea en la comunidad autónoma, de las que unas 6.300 se vieron dañadas por el fuego, con gran afectación a enclaves únicos como la Lagoa da Serpe, según datos Terras Altas de Trevinca (guías de Montaña y Naturaleza), que destacan que a partir de los 1.400 metros el fuego lo barrió todo.

Se han visto afectados severamente ecosistemas completos, protegidos por su avifauna, y que prestan servicios esenciales para el ser humano, como la mejora de la calidad del aire y del agua.

Vista de A Lagoa das Serpes, antes y después del fuego @Terras Altas de Trevinca
La población, desmoralizada

No se entiende que sólo sea considerado parque natural O Invernadeiro (con poco más de 5.000 hectáreas), cuando comparte con el resto del Macizo los mismos valores ambientales. Tampoco se entiende lo de Pena Trevica, que en su vertiente zamorana forma parte del parque natural del Lago de Sanabria, ha subrayado el economista Miguel Rodríguez.

Por encima de los 800/900 metros, se ha quemado el 90 % del Macizo, incluida la zona de la estación de esquí de Manzaneda. Es muy grave, pero a nivel político no se le da el valor ambiental que merece porque en su mayoría es monte bajo, lo que es un error, ha lamentado Rodríguez, autor de una tesis doctoral que analiza las políticas implementadas para el desarrollo de la zona y la percepción de la población de sus resultados.

Políticamente, ha señalado, no interesa declarar el Macizo Central como parque natural porque la población local no lo quiere. Se les ha hecho creer que conllevaría mayores limitaciones de actividad, cuando en realidad las limitaciones serían las mismas que las que regulan Natura 2000, y por eso lo rechazan. «Se les explicó mal».

En su tesis, concluye que la población de la zona considera que las dos medidas estrella puestas en marcha para intentar revitalizar la región en los últimos 50 años —la creación de la estación de esquí y la protección ambiental— «no han servido para nada».

Son muchos los que consideran que, además, el futuro de la estación de esquí es muy controvertido en un escenario de cambio climático, por mucha inversión pública que se haga. «Si no atrae turismo es porque no hay nieve, la gente está muy desmoralizada y desconfía de la administración».

En su opinión, lo más «lógico» sería aprovechar la estación de Manzaneda para montar un centro de interpretación de la montaña y desde ahí abrir el Macizo al turismo de naturaleza, declarándolo parque natural y protegiéndolo de verdad.

Además, es imprescindible incentivar fiscalmente a la gente para que quiera permanecer o instalarse en la región, cuyas aldeas han perdido entre el 50 y el 100 % de la población en los últimos 50 años.

Valle glaciar de Prada y As Anguillas antes de verse afectado por el fuego @Hiram Abuín Calvo
Incendiarios y responsabilidades políticas

Además de ser criticada por el abandono de la zona, para el biólogo Pedro Alonso Iglesias, la Xunta debería ser considerada responsable civil subsidiaria de los daños causados por el fuego por inacción, por el continuo boicot de los sucesivos gobiernos del PP al decreto aprobado en 2006 para regular la creación de franjas de protección ante el fuego de montes y núcleos urbanos.

«Son los responsables de que alrededor de los pueblos se hayan desarrollado inmensas masas de combustible», ha aseverado el experto, que ha advertido de que el territorio carece de suficientes discontinuidades (pastoreo, quemas controladas en invierno, zonas de protección de especies autóctonas, etc.) para evitar la propagación del fuego.

En paralelo, la existencia en la zona de una amplia lista de candidatos a «incendiarios» acostumbrados a limpiar el monte con fuego para obtener pastos y espantar animales «non gratos», como ciervos, corzos, lobos, zorros o jabalíes.

Aunque siempre han existido y pocas veces han sido denunciados por los vecinos, ahora «la gente se tiene que dar cuenta de que la situación actual pone en riesgo a poblaciones y vidas y deben señalar a los culpables».

«Los daños de los nuevos incendios son inmensos, pero lo peor es que sabemos que no va a ser la última vez y que en tres o cuatro años se repetirán. La gente tiene que señalar socialmente a los sospechosos».

Además, las administraciones deberían lograr fijar población y, en especial, ampliar la actividad de ganaderos extensivos, porque estos son la «última barrera» para la implantación de «cosas peores», como la minería, las plantaciones de eucalipto o grandes proyectos eólicos.

En su opinión, la protección y conservación de los espacios naturales de alto valor debe ser tomada en serio y destinar para ello los fondos necesarios para actuaciones precisas, porque de lo contrario, «se convierte en una estafa«.

O Figueiro, el parque natural de O Invernadeiro antes de verse afectado por las llamas @M. Pedrosa Ibis Natureza e Imaxe
O Invernadeiro, ¿el ejemplo a seguir?

Los montes de O Invernadeiro fueron adquiridos en 1949 por Papelera Española, que repobló con pino gran parte del territorio. Treinta años después, en 1979, fue arrasado por un gran incendio y la Xunta adquirió los terrenos en 1984 para impulsar su recuperación.

En 1997, tras comprobar cómo la naturaleza autóctona conquistaba el lugar, se declaró parque natural y en 2004 se integró en la Red Natura 2000 de la Unión Europea, a la que también pertenece la práctica totalidad del Macizo Central ourensano.

Natura 2000 es una red de zonas protegidas que persigue asegurar la supervivencia a largo plazo de especies y hábitats europeos y detener la pérdida de biodiversidad. Es el principal instrumento para preservar la naturaleza en la UE y la inclusión de un territorio en ella implica obligaciones para su protección y conservación, aunque sin las limitaciones para el desarrollo de los territorios de otras figuras de protección.

La principal diferencia en ser o no declarado, además, parque natural en Galicia, está en los fondos que recibiría la región por parte del Gobierno autonómico para conservarlo y garantizar su futuro.

Vista panorámica desde el alto de la Cabeza Grande de Manzaneda (1.781 metros) @Hiram Abuín Calvo

EFEverde

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