Glaciares negros: qué son y por qué son una mala noticia

Los imaginamos blancos, puros, brillantes e inmaculados. Pero, en realidad, cada vez se ven más oscuros y grises. Por eso se les llama glaciares negros , o glaciares cubiertos de escombros en términos técnicos: extensiones de hielo cubiertas de escombros y sedimentos, que se concentran principalmente en la parte inferior, la llamada zona de ablación. Estos depósitos modifican la forma en que la capa de hielo interactúa con la luz solar, alterando el albedo o la reflectividad de la capa superficial.
Reflejar o absorber los rayos del sol.Una superficie clara, como la nieve recién caída, refleja gran parte de la energía solar y, por lo tanto, tiene un albedo alto. Por el contrario, una superficie oscura refleja solo una pequeña parte de la energía solar y, por lo tanto, tiene un albedo mucho menor, lo que provoca una mayor absorción por parte del hielo, lo que resulta en un mayor derretimiento. En resumen, el mismo fenómeno subyace a nuestra elección de ropa de verano: solemos preferir el blanco al negro, precisamente porque el primero, al reflejar la luz solar, nos mantiene más frescos, mientras que el segundo, al acumular calor, amplifica la sensación de bochorno.
Además, una disminución significativa del albedo fue destacada en 2019 por un estudio publicado en Global and Planetary Change y realizado por investigadores de la Universidad de Milán, que analizaron 15 glaciares del grupo Ortles-Cevedale, en los Alpes centrales, entre 1984 y 2011.
Las causas del fenómenoLa principal causa del oscurecimiento es el cambio climático de las últimas décadas. El aumento de las temperaturas globales está provocando el rápido retroceso de los glaciares, dejando al descubierto superficies rocosas cada vez más grandes, que se erosionan por las heladas y las fluctuaciones de temperatura, produciendo material fragmentado. Por ejemplo, en los glaciares del valle de Hunza, en el Karakórum (Pakistán), los detritos aumentaron del 8 % al 21 % entre 1990 y 2019. De igual manera, la cobertura rocosa de los glaciares del Gran Cáucaso aumentó de aproximadamente 48 kilómetros cuadrados en 1986 a aproximadamente 79 en 2014. Otro factor importante que contribuye al oscurecimiento es el polvo atmosférico, principalmente de origen humano, como las partículas de motores diésel, actividades industriales e incendios forestales.
Sin embargo, según algunos expertos, hay al menos una noticia positiva: cuando la capa de hielo supera los 10-20 centímetros de espesor, protege el glaciar subyacente, ralentizando el proceso de derretimiento, al menos temporalmente. Pero el panorama sigue siendo sombrío.
Los ejemplos más significativosLos glaciares negros se encuentran en muchas cordilleras del mundo, con una distribución heterogénea: en las regiones polares o en laderas bajas, la cobertura de detritos es casi inexistente, mientras que en las montañas escarpadas es más abundante. Por ello, el fenómeno es particularmente presente en Asia, donde se ve afectado el glaciar Khumbu en Nepal, en la ladera del Everest; el glaciar Ngozumpa en el Himalaya oriental; y el glaciar Baltoro en el Karakórum. También es significativo en los Andes, donde afecta especialmente al glaciar Ventisquero Negro en el monte Tronador en Argentina. Incluso Italia no es inmune a esta dinámica. En los Alpes, los casos más conocidos son el glaciar Miage en el Mont Blanc y el glaciar Belvedere en el Monte Rosa.
Un estudio de 2018 basado en análisis satelitales estimó que aproximadamente el 4,4 % de la superficie de todos los glaciares del planeta, excepto Groenlandia y la Antártida, está cubierta de sedimentos. Este porcentaje global, aunque pequeño, equivale a miles de kilómetros cuadrados de capas de hielo oscurecidas.
El impacto sobre el medio ambienteLa presencia de escombros tiene diversos impactos ambientales. En primer lugar, aumenta la inestabilidad de las laderas y el riesgo de deslizamientos. En segundo lugar, favorece la apertura de cavidades y depresiones donde se acumula agua, formando lagos en la superficie o en los bordes de los glaciares. Esto desestabiliza la estructura del glaciar desde dentro y acelera su colapso, con el riesgo de inundaciones repentinas en los valles subyacentes.
La Repubblica