Las hermanas Mashouf: «Así transformamos el dióxido de carbono en tejido».

Un vestido comprado online por unos pocos euros, un par de zapatillas con súper descuento entregadas en tu puerta en un par de días, un cinturón que cuesta tanto como un café. Detrás de la moda rápida , impulsada principalmente por gigantes como Shein y Temu, se esconde un coste mucho mayor que el que figura en el recibo. El planeta paga el precio, especialmente: la industria textil es una de las más contaminantes del mundo, responsable, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA ), de aproximadamente el 8% de las emisiones de dióxido de carbono, más que todos los vuelos y envíos internacionales juntos. Dos jóvenes científicas estadounidenses, Neeka y Leila Mashouf , propietarias de Rubi Laboratories , una startup de biotecnología que opera en la industria de materiales de moda sostenibles, están convirtiendo esta amenaza en un recurso.
Pasión por la cienciaEsta es una historia que debe contarse desde el principio. Las gemelas, criadas en el área de la Bahía de San Francisco, California, en una familia de emprendedores, se dedicaron a la investigación sobre la fotosíntesis artificial y las terapias contra el cáncer desde temprana edad. Un comienzo temprano y extraordinario que abrió un camino hacia la investigación científica y la innovación. Siguiendo este camino, años más tarde, Neeka se licenció en ingeniería de materiales y administración de empresas en la Universidad de California, Berkeley, mientras que Leila estudió medicina y neurociencia en la Universidad Hopkins y posteriormente en Harvard.
Una aventura emprendedora que comenzó en 2020Incluso durante sus años universitarios, las hermanas quedaron impactadas por el enorme impacto ambiental de la industria textil. Ante esto, Neeka decidió aprovechar su experiencia para diseñar estrategias que mitigaran, al menos parcialmente, el problema. Así, tras diversas experiencias laborales, fundó Rubi en 2020, convirtiéndose en su directora general al año siguiente. Leila se incorporó poco después como directora de tecnología . Ambas desarrollaron una nueva tecnología para crear fibras ecológicas . Este método atrajo la atención de los inversores, que financiaron su desarrollo con aproximadamente 3,3 millones de libras en 2022.
Cómo funciona el procesoEl proceso desarrollado por los emprendedores comienza con dióxido de carbono, que sirve como materia prima. En un reactor químico básico, enzimas —catalizadores biológicos comparables a pequeños Pac-Mans que absorben moléculas y las liberan en una nueva forma— inician reacciones en cadena que generan láminas de pulpa de celulosa. Esta sustancia, un polímero filamentoso, se procesa posteriormente para obtener un material similar al algodón u otras fibras naturales, dependiendo de los pasos de procesamiento posteriores. «Nuestro proceso se inspira en el mecanismo por el cual los árboles capturan dióxido de carbono para producir energía y tejido vegetal», explica Neeka. «Hemos demostrado que este gas puede ser un recurso valioso en lugar de un residuo dañino».
Un método sostenibleA diferencia de las tecnologías convencionales de conversión de carbono, basadas en procesos termoquímicos o fermentativos que requieren energía, una financiación considerable y equipos especializados, el nuevo método es escalable y de bajo impacto. Según las hermanas, su proceso requeriría diez veces menos energía que los métodos tradicionales, preservando así el agua, la tierra y los bosques. «Estamos creando un paradigma en el que la fabricación textil puede prosperar, respetando los recursos naturales y promoviendo los objetivos climáticos», añade Leila.
La empresa ya está probando sus materiales con Walmart, Patagonia y H&M. «Nuestros sistemas pueden integrarse en las cadenas de suministro textiles existentes, lo que ayuda a las marcas a reducir su huella de carbono sin tener que reconfigurar su infraestructura», destaca Neeka.
Más allá del sector textilPrecisamente por estos resultados, los dos científicos se han situado entre los diez mejores innovadores del Premio Jóvenes Inventores, que concede la Oficina Europea de Patentes en junio de 2025 a aquellos menores de 30 años que han utilizado la tecnología para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
La idea pionera de las hermanas también podría ser útil en áreas más allá de la industria textil, como el embalaje, la industria farmacéutica, la cosmética, los materiales de construcción y las aplicaciones alimentarias. Al licenciar el proceso, Neeka y Leila buscan acelerar su adopción y generar un impacto positivo a gran escala.
La Repubblica