100 días de Trump: desregulación, nuevo relato y retroceso en sostenibilidad. Por Monica Chao

Escribe: Monica Chao, Presidenta de WAS (Women, Action, Sustainability) y CEO de ACATIVA Consultores
Cien días después de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, es un buen momento para hacer un balance del impacto que la nueva agenda política de Estados Unidos tiene en los compromisos climáticos y en los consensos globales que se habían logrado en sostenibilidad.
En este periodo Donald Trump ha firmado 143 órdenes ejecutivas, estableciendo un récord histórico en Estados Unidos. Muchas de estas órdenes se centran en la desregulación, con la eliminación de programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) en el gobierno federal, la revocación de protecciones ambientales, la retirada del Acuerdo de París o el desmantelamiento de las iniciativas climáticas que se habían puesto en marcha en algunos estados y por parte de la SEC.
Ha desencadenado una contrarreforma climática e institucional que sacude los cimientos de la sostenibilidad global. En apenas tres meses, Estados Unidos ha pasado de ser un actor clave en la transición energética internacional a convertirse en una potencia que pone en duda las reglas del juego común.
Lo que se está construyendo no es solo un nuevo marco normativo. Es una nueva narrativa que desacredita las innovaciones y tecnologías asociadas a la sostenibilidad, y una redefinición de prioridades que tendrá consecuencias profundas en los mercados, las empresas y las instituciones.
El giro es radical. Desde el primer día, el Gobierno ha desactivado políticas clave como la Inflation Reduction Act, ha revertido los estándares de emisiones y ha detenido la financiación de fondos ligados a energías limpias, movilidad eléctrica y justicia ambiental. La retirada del Acuerdo de París, la reestructuración de agencias históricas y referentes a nivel global, como la EPA (Agencia de Protección Ambiental) o el CEQ (Consejo de Calidad Ambiental), que han sido redirigidas para acelerar proyectos fósiles en nombre de la “soberanía energética nacional”.
La agenda energética está marcada ahora por un nuevo impulso a los hidrocarburos con nuevas zonas de perforación —incluidas regiones protegidas del Ártico o Alaska—, flexibilización de permisos y mensajes alineados con una narrativa de “reindustrialización patriótica”. Todo ello en un momento en que la urgencia climática, la escasez de materias primas y la fragilidad de las cadenas globales de suministro exigen una mirada más sistémica.
Además de estas acciones, hay otro ámbito de preocupación: la desactivación silenciosa del conocimiento. En estos 100 días se han eliminado referencias al cambio climático en sitios web oficiales, se ha despedido a equipos científicos y se han recortado fondos a universidades como Harvard, Columbia o Princeton por mantener programas de diversidad o resistirse a las directrices ideológicas que promueve el gobierno. Silenciar el conocimiento es una estrategia de poder que tiene un enorme impacto en la construcción del futuro de nuestras sociedades. Y lo que no se nombra, deja de existir en la agenda pública. En consecuencia, no se prioriza, no se financia y, finalmente, no se innova ni se avanza. Nuestra sociedad, con sus altos niveles de desarrollo, se ha construido precisamente sobre el apoyo a la innovación, al conocimiento y a la tecnología.
Históricamente, los gobiernos que han limitado la libertad, el conocimiento y la innovación, han fracasado.
Este nuevo panorama plantea cuestiones en el ámbito empresarial. Si bien las acciones de sostenibilidad están basadas en la mejora del posicionamiento competitivo de las empresas, el cuestionamiento de los marcos ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) y DEI ha generado un entorno de tensión. Algunos fondos han optado por rebautizar productos y omitir términos sensibles en sus informes, en un fenómeno ya conocido como greenhushing. La autocensura se instala como mecanismo defensivo.
Trump no solo está desregulando, sino que está redefiniendo el relato para influir en las decisiones y la opinión pública y empresarial. Se construye una asociación entre sostenibilidad y freno económico, se presenta la transición energética como una amenaza a la identidad nacional y se elimina terminología climática de las comunicaciones institucionales.
Para los líderes empresariales y financieros, lo que está en juego ya no es solo un marco legal. Es la legitimidad de sus compromisos en un entorno donde las reglas cambian, el relato importa y el terreno se polariza. Si la sostenibilidad queda atrapada entre trincheras ideológicas, el precio lo pagarán quienes pierdan foco, anticipación y conexión con sus grupos de interés.
La sostenibilidad es una forma de pensar el futuro. Y hoy, más que nunca, decidir cómo y desde dónde se defiende es una cuestión estratégica.
Paralelamente a estas acciones, que buscan “hacer América grande de nuevo” (Make America Great Again, MAGA, en sus siglas en inglés), durante este periodo la economía estadounidense ha mostrado señales claras de enfriamiento. El PIB se contrajo un 0,3% en el primer trimestre de 2025, su primera caída desde 2022, arrastrado por un fuerte aumento de las importaciones (+41,3%) y una débil evolución de las exportaciones (+1,8%). El mercado laboral se debilitó, creando solo 62.000 empleos en abril frente a los 147.000 del mes anterior y la tasa de desempleo se sitúa en el 4,2%. Mientras tanto, los principales índices bursátiles han sido volátiles y la confianza del consumidor cayó en abril a 52,2 puntos, reflejando la incertidumbre generada por nuevas políticas arancelarias, que incluyen tarifas del 10% a la mayoría de los países y hasta un 145% a las importaciones chinas. En comparación con presidentes anteriores, Trump registra el índice de aprobación más bajo en los primeros 100 días de mandato en los últimos 80 años.
Estamos en un tiempo de una enorme complejidad. Mientras tanto, en este mismo periodo, Europa ha aprobado un paquete ómnibus de sostenibilidad, dando más tiempo a las empresas más pequeñas para prepararse para el reporte y buscando la simplificación de los estándares; y se aprobaron el plan para energía asequible y el nuevo Clean Industrial Deal. En estas nuevas normas, Europa mantiene los compromisos climáticos, apalancados en el desarrollo tecnológico y las energías verdes, buscando que Europa lidere una transición basada en la tecnología y también, en el acceso a nuevas materias primas, con la circularidad y también buscando acuerdos estratégicos con terceros países.
Dos formas muy diferentes de liderar y de ver el futuro. Desde Europa, se está regulando en base a los sólidos valores europeos y la visión humanista de la sociedad. Desde Estados Unidos, quizá muchos —incluso dentro de Estados Unidos— nos preguntemos si la nueva agenda política está basada en los valores que realmente hicieron a América grande, y que la llevaron a convertirse en una gran nación, o realmente se está tratando de imponer unos nuevos valores a la sociedad americana.
En este nuevo contexto global, los consejos de administración y los equipos de sostenibilidad deben repensar su posicionamiento con agilidad estratégica. Alinear el propósito con la resiliencia normativa, anticipar el cambio narrativo y reforzar la legitimidad social serán claves diferenciales.
La sostenibilidad no puede ser vista como una trinchera ideológica, sino como un activo estratégico para competir, innovar y generar confianza. Los próximos meses pondrán a prueba no solo los marcos regulatorios, sino también el liderazgo corporativo.

Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de EFEverde
Esta tribuna puede reproducirse libremente citando a sus autores y a EFEverde.
Otras tribunas de Creadores de Opinión Verde (#CDO)
Este blog de "influencers verdes" ha sido finalista en los Premios Orange de Periodismo y Sostenibilidad 2023 en la categoría de "nuevos formatos".
efeverde